Nicholas Georgescu-Roegen
Georgescu-Roegen (1906-1994) fue un matemático rumano, estadístico y economista, mejor conocido por su obra de 1970/1971 "La ley de la entropía y el proceso económico", en el cual se establecía la visión de que la segunda ley de la termodinámica gobierna los procesos económicos, es decir, que la "energía libre" utilizable tiende a dispersarse o a perderse en forma de "energía restringida".1 Su libro se considera la obra fundacional en el campo de la termoeconomía. Fue el primer economista que habló de termodinámica y entropía (información en base a Wikipedia).
Benjamín Leiva presentará su libro "La ley de la entropía y el proceso económico" (1971).
Si algo posee precio, entonces posee valor
Nicholas Georgescu-Roegen: La ley de la Entropía y el Proceso Económico
(1971)
Notas sobre el autor
Alumno y discípulo de Joseph
Schumpeter y exiliado a Estados-Unidos tras la llegada del comunismo a su país
de origen, Rumania, Nicolae Georgescu (1906-1994) es por su formación un
matemático y estadístico cuyas obras entran a formar parte de la literatura
económica antes de la segunda guerra mundial. Estos conocimientos le permiten
rechazar, desde la sabiduría científica, el abuso de los modelos y formalismos
matemáticos en la economía moderna y la pretensión de convertir ésta en una
ciencia dura. Considerado por su amigo y premio nobel de economía, el ortodoxo
Paul Samuelson, como «el erudito de entre los eruditos, el economista de entre
los economistas», pone en tela de juicio la racionalidad económica del
Occidente, erigida en «creencia cuasi-religiosa».
La idea en síntesis, o la tesis central del libro:
“El proceso económico
es entrópico, no mecánico como postula la economía neoclásica”
Conceptos Claves:
Entropía: Parte de la energía (de algo) que
no puede utilizarse para producir trabajo. Aunque a primera parezca un contrasentido, no lo es.
Física Mecánica o Clásica: Entiende sólo de
locomoción, por tanto es reversible y no cualitativa.
Energía libre o energía
disponible o baja entropía: Energía capaz de hacer un trabajo (energía
contenida en un trozo de carbón, barril de petróleo, alimento, agua en altura,
etc).
Energía dependiente o energía
disipada o alta entropía: Energía
incapaz de hacer un trabajo (energía contenida en las cenizas, el calor del océano
y del aire, agua al nivel del mar, etc).
*Como ejemplo para entender la
relación entre entropía (baja y alta) y trabajo, nótese el siguiente ejemplo:
Cierto volumen de agua en altura posee baja entropía pues posee energía
potencial que puede usarse para hacer trabajo. Al bajar, dicha energía se transforma,
y puede ser usada para hacer un trabajo con, por ejemplo, una hélice (úsese en
mente una hidroeléctrica). Al llegar abajo junto al resto de la masa de agua,
ésta ya no puede usarse para mover dicha hélice al menos que se suba nuevamente
a su nivel original, lo que requiere otra fuente de energía libre para hacerse.
Limitaciones del resumen:
Este libro posee en total sobre
500 páginas. Aunque leí todo, no presté atención a todo, ni menos puedo
resumirlo en menos de 10 hojas. Por tanto, me limitaré a desarrollar los puntos
centrales que responden a la tesis del libro ya mencionada. Elaboraciones que
dejé del todo fuera y fueron particularmente difíciles de soslayar fueron:
Diferencias entre Leyes analíticas y Leyes de Cambio, Teoría general del Valor,
y análisis de lo que constituye el crecimiento económico y el desarrollo
económico.
Economía neoclásica como analogía mecánica
El proceso económico como
analogía mecánica domina por completo el pensamiento económico neoclásico desde
sus primitivos constructores (Walras, Jevons, Fischer). De hecho, era su objetivo construir una
ciencia económica tan exacta como la física, y de ahí sacaron su modelo. El
conocido “sueño de Jevons”, de que la economía sea una ciencia exacta, una
ciencia de cálculo, de carácter cuantitativo.
Las consecuencias de lo anterior
es que el proceso económico se entiende como un proceso aislado, independiente
y a-histórico. También, se constituye en un flujo circular de producción-consumo,
flujo que no posee entradas y salidas del mismo sistema (sólo basta recordar
los modelos macro de flujo circular).
Para entender la esencia mecánica
de la economía neoclásica, el autor señala que “en un determinado momento en el
tiempo, vienen dados los medios a disposición de todo individuo, así como sus
fines futuros; también vienen dadas las vías (técnicas y sociales) en que esos
medios pueden usarse directa o indirectamente para satisfacer los fines dados;
el objeto esencial de la economía es determinar la asignación de los medios
dados hacia la satisfacción óptima de los fines dados. Así es como la economía
se reduce a la <mecánica de la utilidad y del interés>. En efecto, todo
sistema que implique un principio de conservación (medios dados) y una regla de
maximización (satisfacción óptima) es una analogía mecánica”[1].
El autor también dice que “Tal como lo reivindicó abiertamente Pareto, una vez
que hemos determinado los medios de que dispone un individuo y obtenido <una
fotografía de sus gustos… el individuo puede desaparecer>.
La lógica es
perfecta: el hombre no es un agente económico, sencillamente porque no hay
proceso económico (en la economía neoclásica); existe solamente un rompecabezas
en el que han de encajarse unos medios dados en unos fines dados, lo cual
requiere un ordenador, no un agente”.
El problema con la física mecánica
Curiosamente, precisamente cuando los primeros economistas neoclásicos sentaron las bases de
dicha epistemología económica, la física mecánica se vio resquebrajada por la
irrupción de la termodinámica. El origen de dicho quiebre provino del
reconocimiento de que el calor se mueve siempre
de manera unidireccional desde los cuerpos calientes a los fríos. Esto
rompe con la física mecánica pues ésta se basa sólo en la locomoción, lo que
implica que todo proceso debe ser reversible: El movimiento del calor no lo
es, como asimismo no lo es la Vida como fenómeno (nadie puede seriamente
sostener que el fin de la vida –la muerte- es un movimiento reversible).
La termodinámica se establece
entonces para intentar distinguir entre aquella energía que puede percibirse
como calor, y aquella que no puede hacerlo. En términos técnicos, se habla de
la distinción entre energía libre o disponible y energía dependiente o disipada,
o dicho en otras palabras, entre energía que puede realizar un trabajo y
energía que no puede hacerlo. El concepto de entropía surge naturalmente de
dicha distinción: La entropía es una medida de la cantidad relativa de energía dependiente existente en una estructura
o sistema aislado, o más exactamente, de cuán equitativamente se distribuye la energía en semejante estructura o
sistema respecto a su entorno.
Como ejemplos, un trozo de carbón
es una estructura que posee muchísima energía libre, o sea, poca energía
dependiente, y por tanto posee baja entropía. Por otra parte, las cenizas de un
ex trozo de carbón ya quemado poseen poca energía libre y sólo energía dependiente,
y por tanto posee alta entropía. Cabe notar cómo el carbón permite percibir
calor y realizar un trabajo (p.e. mover una locomotora, generar electricidad,
calentar un horno, etc), mientras la ceniza no. A su vez, dicha distinción se
establece respecto al entorno: un trozo de carbón representa una alta
concentración de energía libre respecto a la que se encuentra en el medio,
mientras la ceniza llega a lo que se llama un “equilibrio entrópico”, esto es,
un nivel de energía disipada equivalente al entorno en que se encuentra[2].
Es el trozo de carbón el que tiene el potencial de hacer un trabajo en el
proceso de transformarse en ceniza. Una vez ceniza, ya nada más puede hacer.
La ley de la entropía establece
que la dinámica continua e irrevocable del universo como un todo es a un
crecimiento del nivel de entropía. Es a la transformación de carbón en cenizas,
de petróleo en humo, de estrellas en polvo de estrella, y de vida en muerte,
siendo lo clave no el cambio en el estado de la materia, sino el cambio en el
estado de la energía. Esto es lo que llevó a los físicos del siglo XIX a hablar
de la muerte térmica del universo, o del Calor Muerto (“El trabajo que puede
ser realizado por las fuerzas de la naturaleza y que hay en los movimientos de
los cuerpos celestes, paulatinamente se transformará cada vez más en calor
[muerto]”, Rodolfo Clausius -1822-1888)
Una consecuencia a destacar del
reconocimiento de la entropía como Ley de la Naturaleza es el carácter
cualitativo que incorpora al análisis de los fenómenos, pues no es que la
energía “desaparece” (la primera Ley de la Termodinámica plantea que ésta no se
crea ni se destruye, sólo se transforma), sino que ésta pasa de un estado libre
o útil, a uno dependiente o inútil. Lo anterior implica otro golpe a la
concepción mecánica del proceso económico, pues la mecánica es exclusivamente
cuantitativa.
Un último aspecto relevante para
entender que la economía neoclásica es mecánica y que el proceso económico en
realidad no lo es, viene del análisis de las condiciones generales de una
ciencia mecanicista. Una ciencia es mecanicista si: a) Adopta sólo un número
finito de elementos cualitativamente distintos, y b) Asume un número finito de
leyes fundamentales que relacionan esos elementos (tal como intenta hacer el neoclasicismo).
Como ejemplo, mientras la física clásica claramente cumple con ambos
requisitos, es mecánica, pero mientras la química posee características
cualitativas no deducibles de las propiedades químicas de los elementos usados
en una fórmula química, no cumple con b) y por tanto no lo es.
El proceso económico, es en
realidad un proceso evolutivo cuyas relaciones candidatas a un análisis son
tremendamente inestables[3].
De lo anterior, se desprende primero que al estar el proceso económico sujeto
al Cambio (a la evolución, o a la innovación por combinación como plantea el
autor), no cumple ni con a) ni con b), y por tanto no puede ser mecánico, y más
aún, que al estar basado en relaciones inestables ni siquiera el análisis sirve
de mucho para comprenderlo.
La entropía y el proceso económico
La centralidad de la entropía en
el proceso económico tiene que ver con que ésta determina en última instancia
la escasez en la vida humana y la vida en general. ¿Qué impide que podamos
utilizar un mismo recurso una y otra vez de manera indefinida? Es la
transformación de baja a alta entropía que el uso de los recursos genera, y a
la que está sometida la vida en general, lo que obliga a los seres vivos a
emprender la “lucha por la vida” (como ejemplo, considere que el cuerpo
humano requiere mantenerse a 37°C,
mientras el ambiente se encuentra sistemáticamente a menor temperatura. Esto
implica una constante pérdida de calor hacia el ambiente que debe ser
recuperada con la obtención de nueva baja entropía).
“La ley de la entropía por si
misma aparece como la de carácter más económico entre todas las leyes de la
Naturaleza”, sostiene el autor. La vida se puede caracterizar por la capacidad
de evitar la segunda ley de la entropía, pero sólo para su propia estructura.
Nada puede hacer para evitar el aumento de la entropía de su estructura y el medio. Paradójicamente, es precisamente lo que evidencia la Ley de
la entropía lo que permite la existencia de la vida “Si desapareciesen todas
las diferencias de temperatura, tampoco podría aparecer ningún ser
inteligente”, Boltzmann, refrendado por Einstein, Eddington y muchos otros.
Ahora bien, muchos científicos se
han preguntado como los organismos vivos logran la homeostasis, o en otras
palabras, cómo evitan el desastre inexorable de la Ley de la entropía en su
estructura. A esto responden que cada célula es una empresa permanente que
mantiene su estructura altamente ordenada absorbiendo baja entropía del
entorno, de modo de compensar la degradación entrópica a la que está sometida
continuamente. Así, “la energía libre es el objeto de la lucha por la vida”
Boltzmann.
En este contexto, el capital por
ejemplo, no sólo tiene el rol de ahorrar trabajo, sino también de aumentar la magra
energía física del humano en la empresa de obtener más energía libre.
Dado que el proceso económico
consiste en una continua e irrevocable transformación de baja en alta entropía…
de dónde proviene originalmente? La fuente central y original es la
agricultura. Desde ahí se capta la fuente principal y más abundante de baja
entropía con que cuenta la Tierra: el Sol. Las plantas captan la energía libre
que éste aporta, y la transforman en energía libre que los herbívoros pueden
utilizar, los que a su vez la transforman en energía libre que los carnívoros
pueden usar (esto es una cadena trófica).
Por lo anterior es que se ha
planteado históricamente que la manufactura es tributaria de la agricultura y
la minería (ésta es la segunda y última fuente de baja entropía con que cuenta
la humanidad), y que la Naturaleza es la madre de la riqueza y otras artes
(Jenofonte, Petty).
La centralidad de la
disponibilidad de energía libre para el proceso económico la plantea incluso
Jevons en 1865, en que analiza cómo la superioridad económica de Inglaterra
provino del Carbón, y cómo ésta tendrá una gran competencia de EE.UU. y otros
países muy abundantes en carbón (Jevons se equivoca en cuanto no sopesa el rol
que el petróleo adquirirá como fuente de energía libre, aunque acierta en que
EE.UU. le quita el liderazgo a Inglaterra –aunque fuese en parte debido a su
enorme disponibilidad de petróleo).
Un buen ejemplo de la dinámica
por la cual la constante obtención de baja entropía es el centro del quehacer
económico y la entropía rige los cambios tecnológicos se presenta a
continuación:
“El hecho de que el trabajo es un factor negativo en el placer de vivir
explica por qué hace miles de años el hombre inventó domesticar y utilizar
animales de tiro en la agricultura y en el transporte. La fórmula de
sustitución funcionó espléndidamente mientras hubo mucha tierra para alimentar
tanto a la gente como a los animales sin gran agotamiento del la energía del suelo.
A medida que aumentó la población y empezó a hacerse sentir la escasez
de tierra, la rotación de las cosechas y el estercolado vinieron a aliviar la
presión de los alimentos. En última instancia, la necesidad alcanzó el punto en
el que el hombre cayó en cuenta de que “los caballos comen gente”, tal como el
campesino rumano lo expresa ingeniosamente.
En muchas partes del mundo, la carga del granjero se hizo insoportable:
en una porción insuficiente de tierra degradada por un uso milenario, tuvo que
cultivar alimentos para sí, algunos para la ciudad, y también suficiente
cantidad de forraje para sus animales. El escenario está ya dispuesto para el inevitable
acto siguiente: la eliminación de los animales de tiro como fuente de potencia
de tiro y estercolado.
La mecanización de la agricultura, aun cuando no tuviese influencia en
aumentar el rendimiento por acre, tendría que avanzar en todas las partes del
mundo: el búfalo mecánico está hecho de mineral de hierro y de carbón, y se
alimenta de petróleo. El estiércol de los difuntos carabaos ha de sustituirse necesariamente
por fertilizantes químicos.
Desde el momento en que la
energía y los elementos vivificantes no proceden ya de la radiación solar a
través de los animales de tiro, han de obtenerse por una explotación adicional
del stock de recursos minerales de la corteza terrestre. Este cambio en baja
entropía de una fuente a otra tiene una importante incidencia sobre el problema
de durante cuánto tiempo puede alimentar este globo terráqueo una población
dada.”
Ante este escenario el autor
plantea que el proceso económico es una extensión del proceso biológico del
humano.
Entropía, valor y precio
La baja entropía es necesaria para que algo tenga
valor económico, pero no es suficiente. La equivalencia es similar a la
relación precio-valor:
Si algo posee precio, entonces posee valor
Pero! Si algo posee valor, no implica que tiene
precio
Asimismo: Si algo posee valor, entonces posee baja entropía
Pero! Si algo posee baja entropía, no implica que tiene
valor
Por tanto, en términos
relacionales, el concepto de baja entropía sería a valor, como el concepto de
valor es a precio, a saber, una etapa anterior.
Entropía e intención
Como su misma
definición da a notar, que algo tenga baja entropía implica que posee relativamente
mucha energía libre, o en otros términos, mucha energía útil: mucha energía capaz de hacer algún trabajo. Dado que el
concepto de utilidad (no en términos utilitaristas, sino prácticos) viene
inexorablemente vinculado a un propósito, el autor señala que el proceso
económico no puede entenderse sin consideración de la intencionalidad, cosa que
la economía neoclásica de hecho excluye del análisis al tomar la función de
utilidad dada.
Al respecto, también
indica que el estado tecnológico es relevante para considerar qué posee energía
libre: Por qué consideramos la energía del carbón dentro de la caldera de un
buque como baja entropía y el calor del océano bajo éste alta entropía? Porque
el primero lo podemos usar y el segundo no. Porque el primero sirve a un
propósito y el segundo no. Pero nótese que algo que hoy es tan indudablemente
una fuente de baja entropía como el petróleo, en su momento (Siglo V) no era
más que un recurso decorativo.
La entropía y el conflicto social
Es por tanto la lucha por la
entropía como lucha por la vida, lo que en la sociedad humana se traduce en conflicto
social. Aunque el primer fenómeno se da en todas las especies, sólo en el
humano se da el segundo. Y son las peculiaridades que hace que dicha lucha se
transforme en un conflicto social los que hacen que dicho conflicto no podrá
detenerse nunca.
Alfred Lotka plantea que mientras
las especies evolucionan según las mejoras en sus instrumentos endosomáticos
que les permiten mejorar se eficiencia entrópica (dientes, garras, alas, etc),
el humano tiene la peculiaridad única de evolucionar según sus instrumentos
exosomáticos (martillos, flechas, máquinas, etc), lo que le permite obtener
mayor cantidad de baja entropía con menor gasto de propia energía libre.
La inevitabilidad del conflicto
social proviene del hecho que la producción humana es una producción social, y
la cuota de cada individuo sobre el fruto del proceso productivo es materia
contingente (a diferencia de los animales que o no poseen producción social, o
si la poseen sus instrumentos endosomáticos definen la distribución del
producto: en el humano no hay una predeterminación de roles). No existe
definición biológica alguna que defina cuánto le corresponde a quienes en la
estructura social humana. Pero el problema no para ahí. El conflicto social se
agudiza por el hecho que al ser la producción social, se requieren servicios de
organización social (legisladores, jueces, políticos, etc) que son productivos
en el sentido que se requieren para la producción, pero que no poseen medida
objetiva alguna de su producción. “Cuál sea el nivel adecuado de renta para los
servicios que no producen un resultado palpable constituye la eterna raíz
primaria del conflicto social en toda sociedad organizada”.
El producto del proceso económico
El autor se pregunta, qué sentido
tiene el proceso económico si su input es siempre un flujo de baja entropía, y
su output es siempre un flujo de alta entropía. Incluso, desde este óptica, qué
diferencia hace si dicho cambio ocurre de todas formas y de manera continua sin
la intervención humana, sirviendo ésta sólo para acelerarlo.
El autor señala que el verdadero
producto, o flujo de salida del proceso económico es un flujo psíquico que
llama “placer de vivir”. Plantea que en términos materiales lo único que
logramos es degradar la energía que usamos, y que por tanto el producto no
puede ser “material”, sino debe ser psicológico.
A su juicio, para hablar de
proceso económico se debe incluir además de conceptos físicos, tanto la
actividad intencional señalada arriba, como el placer de vivir como output
final.
[1] El
autor cita a Henri Poincaré (1946) y Vilfredo Pareto (1892)
[2]
Como ejemplo adicional, pensar en dos cuartos con distinta temperatura. El
equilibrio entrópico se establece cuando ambos cuartos igualan su temperatura,
siendo el proceso de flujo de calor del cuarto de mayor temperatura al de menor
temperatura el que permite realizar un trabajo.
[3]
Como ejemplo, considerar que el sistema capitalista ha evolucionado desde su
fase competitiva, luego monopolista, después monopolista de Estado, llegando a
la Transnacionalización: las dinámicas válidas en cada fase no son las mismas,
y por tanto el mismo análisis no puede ser universalmente válido.
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