John Roemer
Roemer (68 años) es un economista y cientista político estadounidense. Prolífico autor y miembro del Grupo de Septiembre, su trabajo se centra en cinco áreas: economía marxista, justicia distributiva, cambio climático e igualdad, competencia electoral y cooperación (información en base a Wikipedia).
Rafael Carranza presentará el libro "Un futuro para el socialismo" (1994).
Resumen: "A Future for Socialism" (Harvard University Press, 1994)
A grandes rasgos son dos las ideas que Roemer
busca proponer en este libro, la primera es que la meta del socialismo debe ser
algún tipo de igualitarismo más que una relación de propiedad específica, por
lo que cualquier asignación de los medios de producción debe ser evaluada según su capacidad de lograr dicho objetivo. El segundo punto es que el
capitalismo moderno provee muchas posibilidades para diseñar los próximos
experimentos socialistas, ya que el éxito del capitalismo se debe a un ambiente cultural y legal que
permita la competencia y el resolver los problemas de agencia, y no a su
capacidad de acumulación de propiedad privada. En resumen, para que el socialismo
sea posible es necesario tener en cuenta la diferencia entre el impacto en bienestar que genera la acumulación de propiedad privada y el impacto de los mercados competitivos.
Roemer (68 años) es un economista y cientista político estadounidense. Prolífico autor y miembro del Grupo de Septiembre, su trabajo se centra en cinco áreas: economía marxista, justicia distributiva, cambio climático e igualdad, competencia electoral y cooperación (información en base a Wikipedia).
Rafael Carranza presentará el libro "Un futuro para el socialismo" (1994).
Resumen: "A Future for Socialism" (Harvard University Press, 1994)
Este libro
retoma el debate entre Oskar Lange y Friedrich Hayek a fines de los 1930
conocido como el debate del cálculo socialista, entrando en lo que Roemer
señala como la quinta etapa de este debate. Este debate buscó la comparación
entre las economías socialistas y las capitalistas en términos de eficiencia,
innovación y productividad. Centrándose principalmente en la capacidad que
tienen las economías centralmente planificadas para asignar los medios de producción
como alternativa a los mercados de capitales.
Roemer
señala que las críticas que hace Hayek al modelo de socialismo de mercado de
Lange – asociadas a la incapacidad de levantar y administrar la información que
los mercados internalizan – son válidas, y busca proponer un nuevo modelo de
socialismo de mercado que tome en consideración la crítica hayekiana, además de la
capacidad de los mercados de generar innovación y soluciones a problemas como
los de agente-principal, tal que este nuevo socialismo de mercado tenga maximice tanto la eficiencia como la equidad.
El libro en
primer lugar plantea qué es lo que una sociedad socialista tiene como objetivo
(señalando que se busca la igualdad de oportunidades), para luego agregar que
la propiedad estatal no es necesaria para estos objetivos y que existen otras formas de propiedad
mejores para esto. A partir de esto se definen objetivos de corto y de largo
plazo para el socialismo, en donde el socialismo de mercado es un objetivo de
corto plazo con capacidad de mejorar la distribución de las oportunidades en
una sociedad. Se plantean distintas formas de socialismo de mercado y su
capacidad, a diferencia del sistema capitalista, de internalizar externalidades
sin sacrificar la capacidad de innovación que el sistema capitalista incentiva
a través de la competencia y los mercados financieros.
Entrando en
detalles, Roemer cree que los socialistas desean igualdad de oportunidades en:
- Bienestar y el desarrollo del potencial propio
- Influencia política
- Estatus social
El por qué
hablar de igualdad de oportunidades y no de igualdad tiene que ver con la
noción de la responsabilidad individual. La sociedad no puede proveer grandes
cantidades de recursos a aquellos que opten metas inviables o de alto costo. La
igualdad de oportunidades implica que la elección de las metas para lograr el
bienestar sean razonables.
En general,
las sociedades están a favor de la igualdad de oportunidades, pero no existe
consenso sobre qué asignación de recursos asegura la igualdad de oportunidades.
Es en este punto donde aparecen las principales diferencias entre los
socialistas o la gente de izquierda y las visiones de derecha. Estos últimos ven la igualdad de oportunidades
como meritocracia, mientras no haya discriminación en la contratación y todos
tengan acceso a educación, entonces se alcanza la igualdad de oportunidades.
Por otro lado, la perspectiva socialista es que se debe compensar toda
desventaja que provenga de factores que no dependan de las decisiones de los
individuos.
Como no solo
importa que exista igualdad de oportunidades, sino también que esta igualdad se
de a un alto nivel (relativo a otro sistema económico), Roemer concluye que no
es posible maximizar los tres objetivos señalados al a vez. Existen trade-offs
entre estos tres y es aquí donde surgen las diferencias entre los socialistas,
principalmente en relación a la relevancia relativa entre igualdad y
democracia. El contexto de este libro es entorno a la caída del muro de Berlín
y el aparente fin de las sociedades socialistas, por esta razón señala que lo
importante es proponer un modelo factible de socialismo, y por ahora, la
discusión sobre estos trade-offs es de
segundo orden.
La
eliminación de la propiedad privada de los medios de producción ha sido
interpretada generalmente como la motivación para la propiedad estatal de ellos.
En muchos de los países previamente soviéticos se discutió qué hacer con la
propiedad de los medios de producción, y es en este contexto que Roemer señala
que el proceso democrático para decidir qué hacer es una concepción débil de
propiedad pública ya que los ciudadanos pueden renunciar a los medios de
producción de una forma u otra. Específicamente piensa en el caso que una
empresa estatal pase a ser pública al entregarle a todo ciudadano una proporción
igual de acciones de cada empresa. Algunas personas podrían terminar vendiendo
su participación a otras y así generar un esquema de alta concentración de los
medios de producción.
Para Roemer el
esquema de propiedad que se elija es puramente instrumental. Lo importante de
un esquema de propiedad es que satisfaga los tres objetivos ya mencionados. Lo
relevante es evaluar los bienes y males públicos de cada de esquema. Por esta
razón la propuesta de socialismo de mercado de Roemer incorpora un esquema en
donde la distribución sobre la propiedad de los medios de producción sea
homogénea entre la población, a través de acciones intransferibles, de la misma
forma como la ciudadanía o el derecho a voto son derechos intransferibles.
El punto es
que a partir de los trabajos de los filósofos igualitaristas como Rawls,
Dworkin, Sen, etc., la igualdad se ha vuelto un factor relevante al considerar
cuando se piensa en un arreglo social, y ha sido visto como una meta de largo
plazo para muchos. Sin embargo, no existen propuestas de corto plazo para
lograr este objetivo, y por esto se propone el socialismo de mercado. Ya que
cualquier sociedad compleja debe usar mercados para producir y distribuir
bienes, es sensato que un esquema socialista también los incorpore para
alcanzar bienestar, sin embargo no es tan clara la capacidad de los mercados
para generar igualdad de oportunidades sobre influencia política o estatus
social. Por esta razón la distribución de los bienes debe estar regida por el
sistema de precios, mientras que la distribución de las utilidades de las
firmas (dirigidas por trabajadores o no) deben ser distribuidas de forma
homogénea entre la población.
Las
características de las economías soviéticas que resultó en su fracaso, según
Roemer, son la asignación de muchos de los bienes por un aparato administrativo
que se tradujo en nula competencia, el control directo de las firmas por parte
de unidades políticas y una serie de políticas no competitivas y
antidemocráticas. Estas tres características se pueden analizar como problemas
entre un principal y un agente. Específicamente, Roemer reinterpreta las tres
características previas y habla del problema gerente-trabajador, presente
también en la economía capitalista, el problema planificador-gerente y el
problema pueblo-planificador.
El problema
planificador-gerente es el problema principal que Roemer estudia, este problema
se debía a que los políticas o planificadores dependían de las empresas de su
región para el ingreso local y por esta razón surgieron una serie de problemas,
siendo el principal la restricción de presupuestos
blandos. Las autoridades locales le entregaban créditos y descuentos
tributarios a firmas que desde una perspectiva de eficiencia no deberían
haberlas recibido, práctica que se mantuvo principalmente porque las metas
regionales a satisfacer eran evaluadas de forma independiente de los costos
asociados a alcanzarlas. La solución para el problema equivalente en una
economía capitalista, el problema entre accionistas y gerentes, se ha
solucionado de múltiples formas. Las economías occidentales en muchos casos
sugieren que la posibilidad de que la empresa cambie de dueño a través de una
OPA hostil alinea los intereses de gerentes y accionistas, mientras que en
Japón u otros países asiáticos se han propuesto mecanismos de asociación y
reputación entre bancos y conjuntos de firmas (keiretsu).
El
crecimiento de la economía soviética tuvo su auge durante los años 30, y estuvo
a niveles similares a los de la OCDE durante el periodo de postguerra. Por esta
razón no es posible invocar únicamente los problemas de agente-principal como
fuente del fracaso soviético y es necesario incorporar otro factor asociado a
las características ya mencionadas que hay sido capaz de generar el
estancamiento del crecimiento. Roemer habla de cómo el crecimiento dependía
fuertemente del cambio tecnológico a fines de los 80s. La pregunta es,
entonces, si se puede diseñar un mecanismo económico en donde exista innovación
tecnológica pero no exista la distribución de ingreso inherente al capitalismo.
Específicamente, ¿puede la competencia entre las empresas, la cual genera
innovación, ser inducida sin un régimen de propiedad privada de los medios de
producción?.
Existen
múltiples modelos de socialismo de mercado, pero casi todos tienen dos puntos
en común: los modelos incorporan un uso extensivo del mercado y considera que
la gente es como es hoy en día, sin esperar un cambio cultural a favor del
igualitarismo. De aquí surgen tres tipos de propuestas, cooperativas de
trabajadores, empresas con gerencia tradicional pero permitiendo una
distribución del ingreso más igualitaria y otras propuestas que no incorporan
un cambio en los derechos de propiedad como parte de su sistema.
La propuesta
de Roemer es la siguiente: las firmas son financiadas por préstamos de bancos
públicos y es responsabilidad del banco monitorear la administración de la
firma. Las utilidades de la firma son distribuidas a los accionistas
individuales, pero el gobierno distribuye un numero fijo de cupones a todos los
ciudadanos para que puedan comprar acciones denominados no en dinero, sino en
cupones, con la única condición de que no se puede comprar acciones con dinero,
ni se pueden vender los cupones por dinero (en la práctica esto se interpreta como ciudadanos invirtiendo sus cupones en fondos mutuos, los cuales a su vez compran participación en las firmas). De esta
forma, la pequeña clase alta no puede acumular la mayoría de las acciones.
Según Roemer, esto implicaría que la política económica sería sustancialmente
distinta de la presenta en el sistema capitalista. Además, el mercado de
cupones podría entregar la misma disciplina que logra el mercado financiero,
sirviendo como información para los bancos del actuar de las firmas que
monitorean.
Otro punto a
favor de este sistema es su impacto en internalizar las externalidades de mejor
manera que el sistema capitalista. Si un grupo pequeño de personas tiene la
propiedad sobre los medios de producción, al momento de producir un bien que
genere una externalidad negativa, tendrán incentivos a producir más de los
socialmente óptimo. Esto porque las ganancias de las firmas compensarán su
pérdida de bienestar. Si las decisiones empresariales las toma la sociedad en
su conjunto, las utilidades se distribuyen entre más personas y se dificulta el
que compensen la perdida de bienestar individual producto de la externalidad, por
lo que las empresas dirigidas por la población debiesen estar alineadas de
mejor manera con el óptimo social. Todo esto lo resume Roemer a través de un
modelo (A proposal for Denationalization
of the State Sector When Pollution is an Issue, 1992). El punto central del
análisis es que renunciar a la propiedad estatal no implica la privatización de
los medios de producción.
El otro
punto al que Roemer incorpora a partir de la crítica hayekiana es la capacidad
de un sistema socialista de generar los incentivos adecuados para la innovación
que aparecen a partir en el sistema capitalista a partir de la competencia, los
mercados y la acumulación de propiedad privada. La tesis de Roemer es que es la
competencia y los mercados los que generan la inversión, pero al aparecer los
tres factores juntos es difícil evaluar el impacto de cada uno por separado ( Roemer sugiere que pueden existir efectos negativos de la competencia al considerar los costos psicológicos y de autoestima de generar una sociedad de “ganadores y perdedores”, pero no ahonda en el tema).
Para hablar
de la capacidad de innovación del socialismo de mercado Roemer se basa en Bardhan
& Roemer (1992). El problema principal de las economías socialistas en este
contexto son los presupuestos blandos, el que los castigos asociados a quebrar
o ser ineficiente no sean creíbles ante la posibilidad de ser rescatados, por
lo que es necesario un mecanismo para que las empresas se comporten de forma
competitiva en este contexto.
Roemer propone
que las firmas se organicen en torno a un grupo de bancos públicos cuya
responsabilidad es monitorear las firmas y organizar consorcios de crédito para
financiar sus operaciones. De esta forma, el mercado de cupones cumple con dos
de tres de las funciones del mercado de acciones, entrega información a bancos
y ciudadanos sobre el rendimiento de las firmas y permite que los ciudadanos
elijan el nivel de riesgo aceptable para ellos. Mientras que la tercera
función, de levantar capital para las firmas, sería provista por los bancos.
Los incentivos están para que los bancos busquen un rendimiento apropiado de
sus empresas para que así puedan ser capaces de pagar los créditos, lo que a su
vez le da buena reputación al banco para ser capaz de entregar nuevos créditos
e incorporar nuevas empresas.
La pregunta
ahora es qué incentivos tiene el bancos para realizar su tarea de monitorear de
forma apropiada. No se presenta una respuesta concreta, pero se señala que lo
relevante es que los bancos operen con suficiente autonomía del gobierno como
para que sea capaz de tomar decisiones en base a criterios económicos y no
políticos. Para esto se recomiendan una serie de medidas económicas y legales
tal que el banco sea una institución de “rendición de cuentas” entre el estado
y las gerencias de las empresas. Complementando esto, se propone intervención
del Estado en la planeación de la inversión por tres razones, las
externalidades positivas que generadas por la inversión en R&D, por la
creación de bienes públicos y por la existencia de mercados incompletos. Esto
último se lograría, por ejemplo, a través del mecanismo de Lange, el uso de descuentos y recargos en las tasas de
interés sectoriales para guiar la inversión, los cuales se costean a través de
impuestos a las firmas.
Links de interés (en inglés):
Información sobre el debate del cálculo socialista (Lange/Hayek)
- Socialist Calculation Debate (Wikipedia)
- Economic Calculation Problem (Wikipedia)
- Mises and Hayek on Calculation and Knowledge (The Review of Austrian Economics)
- Socialism and the Market: Conceptual Clarification (J. Kornai)
- Market Socialism: A Case for Rejuvenation (Bardhan & Roemer, 1992)
- The Politics of Market Socialism (Shleifer & Vishny, 1994)
- On the Workability of Market Socialism (Bardhan & Roemer, 1994)
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